viernes, enero 27, 2017

LA SABIDURÍA INTEGRAL DE RUDOLF STEINER






Con motivo de la fundación de la primera escuela Waldorf, el Doctor en Filosofía Rudolf Steiner impartió un ciclo de catorce conferencias pronunciadas del 21 de agosto al 5 de septiembre de 1919, que fueron traducidas al castellano y publicadas por la editorial Rudolf Steiner, en 2006 y 2016, con el título “Fundamentos de la educación Waldorf”, que he tratado de resumir en este breve artículo, en el que todas las frases que aparecen entrecomilladas están extraídas textualmente de dicho libro.

La figura de Rudolf Steiner la he descubierto hace pocas semanas y me parece de extraordinaria importancia, por lo que considero totalmente inaudito que no sea mucho más conocida. Mi impresión al respecto es que quizás haya sido olvidado por la Historia debido a tratarse de un filósofo librepensador que iba un tanto a contracorriente de las ideas que han prevalecido en lo que conocemos como “modernidad”.

Este filósofo austriaco contemplaba al ser humano de manera completa e integral, haciendo especial hincapié en su faceta artística y espiritual, consideraba que en la cultura actual prevalecía la capacidad racional, cognoscitiva o intelectual, mientras que se había olvidado de potenciar la capacidad volitiva, artística y espiritual. Fue un auténtico precursor de lo que actualmente conocemos como “inteligencia emocional”, ya que entendía que “todas las cosas del mundo provocan una impresión afectiva en el ser humano”, es más, para él lo realmente importante era la actividad anímico-espiritual.

Consideraba una aberración explicar el sentido de una poesía: “Es un pecado contra la vida humana que sea interpretado simbólicamente lo que habría de acogerse de una manera elementalmente artística”. “El hombre crece actualmente en un orden social donde se ve tiranizado por la prosa en el lenguaje”.

No entendía la obsesión por la especialización, tan en boga en el mundo moderno: “En la vida de hoy todo está especializado y eso es terrible. Ello se debe, precisamente, a que en la enseñanza ya hemos empezado a especializar”. No veía en ello ninguna ventaja práctica ni económica, sino más bien todo lo contrario, según Steiner la verdadera economía consistía en aprovechar las sinergias, los nexos comunes o hilos conductores existentes entre las distintas asignaturas o entre los diferentes idiomas (“el aprendizaje de un idioma debe apoyar el de los otros”), con lo cual “estamos en disposición de enseñar de una manera mucho más económica que si nos limitamos a cumplir ese terrible plan horario de los currículos ordinarios que malgasta energías y tiempo, donde en la primera hora tocamos un tema y en la segunda disolvemos lo que hemos aprendido en la primera”. También dijo:”No tendremos en ninguna profesión personas con iniciativa y eficiencia si no tienen la sensación de que alguna vez aprendieron cosas que no pertenecen a su profesión, aunque sea de forma rudimentaria”.

Por otra parte, también era partidario de aprovechar la tendencia lógica y natural del ser humano de variar de actividad, para evitar la fatiga o el hartazgo. Por ejemplo, proponía que los niños escribiesen una carta comercial por la mañana para que, por la tarde, estuviesen predispuestos para tratar conceptos religiosos, al haber “creado la disposición anímica que demanda ese polo opuesto”.

Señaló el desasosiego que produce en las personas la aceleración observada en la innovación tecnológica, debido a que no nos da tiempo a que la asimilemos de manera adecuada, ya que no comprendemos los fundamentos científico-técnicos en los que se basa el funcionamiento de las máquinas y aparatos que utilizamos, y eso nos crea una sensación de inseguridad y de malestar, al percibir (incluso de manera inconsciente) que no tenemos ni la más remota idea de algo que ha ideado un congénere nuestro contemporáneo.

A lo largo de las charlas, se percibe una cierta sensación de progresiva decadencia cultural y espiritual del hombre contemporáneo de aquella época (1919), por lo que me pregunto qué pensaría Steiner del ser humano del siglo XXI. Si ahora nos quejamos de que estamos perdiendo la capacidad de reflexión, él entonces se quejaba de un excesivo énfasis en los aspectos cognitivos: “Centrándonos sólo en el significado de las cosas unilateralmente, educamos al hombre en la mera reflexión sobre el mundo, en el mero conocimiento mental. Y si enseñamos solamente siguiendo esa proposición obtendríamos personas volitivamente débiles”. “Hemos sido educados tan mal que sólo se nos ha enseñado a sacarle el sentido a las cosas”. “En nuestra cultura estamos manteniendo artificialmente despierto algo que la destruye, igual que pasarse la noche empollando, propio de estudiantes demasiado diligentes, no hace más que destruir la salud. Y por eso nuestra cultura ya no está sana… El hecho es que la cultura irá siendo cada vez menos sana y los seres humanos tendrán que ir convirtiendo el proceso educativo cada vez más en un proceso curativo”.

Otro aspecto en el que parece que no hemos avanzado nada es en nuestra capacidad de escucha, Steiner se dio cuenta de manera muy clara en sus conferencias de que la inmensa mayoría de las personas escuchamos de una manera totalmente selectiva, nuestra capacidad de atención, escucha y, por tanto, de entendimiento es muy limitada. Él lo explicaba así: “La gente se ha quedado tan rígida en su escuchar que sólo se enteran de lo que se les ha quedado fijado desde hace decenios. Los hombres son incapaces de escuchar y cada vez lo serán menos en nuestra época, si no vuelven a despertar esa capacidad mediante la euritmia”.

Escucharnos unos a otros es fundamental para que las personas se presten atención mutua, se fomenten los impulsos sociales y la vida social, algo que también promueve la faceta poética-musical del hombre, “el hombre en cierto modo ha nacido como músico”.”En lo musical, el ser humano mismo es creador”. “No debemos olvidar que en lo plástico-pictórico contemplamos la belleza, la vivimos; mientras que en lo musical nosotros mismos nos convertimos en belleza”.

“En aquello que tiende a morir se puede introducir vida con lo plástico-pictórico; en cambio, en el caso de lo musical viviente, su exagerada vitalidad ha de apaciguarse, para que el hombre no se excite demasiado. Ese es el sentimiento con el que hemos de llevar lo musical a los niños”.

“La fuerza del yo afluye a través del lenguaje,… pero no despertaremos en los niños el sentimiento del yo de una manera egoísta, si se hace de manera correcta servirá para avivar en especial la voluntad hacia el altruismo, hacia la vida con el mundo exterior”. En este párrafo se vislumbra claramente el concepto del “ego” y la idea (propia de la sabiduría oriental) de empezar con el conocimiento interior y cultivar su belleza para que ésta quiera ser mostrada al exterior (nunca se muestra aquello de los que nos avergonzamos).

“Quede claro: siempre hemos de conseguir que la voluntad, el sentir y el pensar actúen conjuntamente”. La clave se encuentra en encontrar el equilibrio entre dos fuerzas o tendencias antagónicas: la simpatía y la antipatía. La primera nos faculta para amar y la segunda nos capacita para comprender las cosas. En el siguiente esquema se resume lo que Steiner relaciona con ambas fuerzas o tendencias:

- Simpatía → acercamiento → amor → voluntad → adjetivos → vocales → música.

- Antipatía → distancia → ego → intelecto → sustantivos → consonantes → plástica.

“Las vocales hay que considerarlas como matizaciones del sentimiento, mientras que las consonantes hay que verlas como imitación de objetos exteriores”.

“Si nos limitáramos a hablar en vocales, nos veríamos totalmente entregados a las cosas, nos fundiríamos con ellas, no tendríamos ningún egoísmo, pues desarrollaríamos nuestra más profunda simpatía por las cosas”.

“En todo lo que se expresa con los sustantivos nos hacemos conscientes de nuestra independencia como seres humanos. Nos separamos del mundo exterior aprendiendo a denominar las cosas con los sustantivos”.

“La cosa es totalmente distinta si describimos los objetos mediante adjetivos, cuando expresamos sus propiedades volvemos a juntarnos con ellos”.

“Si expreso el verbo, entonces me uno ya no sólo con el ser cuya palabra de actividad (verbo) estoy enunciando, sino que acompaño en su actividad lo que el otro está haciendo con su cuerpo físico. Yo hago lo mismo que él, mi yo participa de su acción”.

Steiner era partidario de decir al niño o anticipar conceptos que aún no es capaz de comprender o entender del todo: “Es sumamente importante atraer la atención del niño hacia algo que todavía no entiende, que todavía ha de madurar. Es errónea la suposición, hoy tan en boga, de que solamente habría que ofrecer al niño lo que ya entiende, pues eso despoja de vida a toda la educación”.

“También se le puede generar ese sentimiento de esperar para entender lo que está acogiendo ahora”.

“Hemos de acabar con la tendencia de tener tan poca confianza en la facultad de comprensión del niño.”

“Para el conocimiento pensante hemos de proceder de modo que desvelemos el significado de las cosas, y ahí tenemos el leer, escribir, etc. Para fomentar el quehacer volitivo hemos de configurarlo todo de manera que no lleguemos al mero desciframiento del sentido de las cosas, sino a una captación inmediata por parte del ser humano global, lo que equivale a decir que hemos de configurarlo artísticamente. Lo que hay entre estos elementos opuestos actuará en particular sobre la formación del sentimiento y la emotividad. En este último ámbito actuamos intensamente cuando ponemos al niño en situación de acoger algo memorizándolo, sin que lo entienda, sin que nos dediquemos a especular sobre su significado, aunque lo tenga; de manera que al cabo de un tiempo, cuando con otras medidas haya madurado lo suficiente y vuelva a recordar eso que había olvidado, sólo entonces podrá entenderlo”.

Es decir, Steiner defendía que los niños aprendiesen ciertas cosas de memoria, sin entenderlas plenamente, porque ese esfuerzo fortalece su voluntad y, al igual que la ortografía, ayuda a cultivar el sentimiento de autoridad y respeto a los mayores, al darse cuenta que está integrándose en una vida ya estructurada, en la que hay que tener en cuenta lo que ya existe. “No imponiéndole la autoridad al niño, sino actuando de manera que surja espontáneamente el sentimiento de autoridad”.

Si bien, Steiner tampoco entendía “el anhelo sistematizador de la ciencia actual” ni las “dictaduras” que en ocasiones impone un excesivo rigor formal, tanto a nivel científico como ortográfico, dándole una mayor importancia al fomento de la libertad y la capacidad creativa e inventiva del ser humano, tanto del maestro como del alumno.

Lo ideal es percibir las cosas y las ideas de la manera más directa, instintiva, natural y viva que sea posible. Por ejemplo, consideraba que “lo más cercano a la verdad es la sensación que surge del color, y lo menos verídico es el dibujo. Dibujar una línea horizontal para representar el horizonte es algo abstracto, algo moribundo, algo que no está diciendo la verdad ante la naturaleza. Pero cuando digo que veo algo verde y algo azul que se separan el uno del otro, entonces crece la línea horizontal de la frontera mutua entre los colores, y entonces estoy diciendo la verdad”.

De la misma forma, comenta que Schopenhauer se enojó muchísimo en su época porque en las escuelas no se enseñaba el teorema de Pitágoras simplemente viéndolo mediante la construcción de cuadrados a partir de los catetos y la hipotenusa de un triángulo rectángulo isósceles (figura I-II) o de lados desiguales (2ª figura).

En la enseñanza es muy importante seguir un determinado orden lógico y “natural”, para que se asimilen las ideas de manera óptima. Por ejemplo, siempre es conveniente partir de lo global, del total, para después ir desgranado lo particular y analizando cada una de las partes.

De manera similar, para estudiar la Naturaleza hay que hacerlo en sentido decreciente de cercanía o afinidad respecto a nosotros mismos con el resto de los seres vivos: Primero los animales y, dentro de estos: mamíferos-aves-reptiles-anfibios-peces-invertebrados; después seguiremos con las plantas y hongos, y por último estudiaremos los minerales. Pero la relación con el ser humano es fundamental, aquí se ve muy bien la gran influencia que tuvo Goethe en sus ideas: “Todo el resto del mundo en realidad alcanza su propia consciencia en el ser humano”.

Como vemos, por todo lo que he tratado de resumir de este denso ciclo de conferencia, Steiner le dio una gran importancia a la educación y formación del ser humano: “La educación y la enseñanza han de convertirse en un verdadero arte”. Especialmente dirigida a los niños, buscando la manera más eficaz de favorecer que la sabiduría fluya naturalmente, se desarrolle y potencie cada una de las facultades, en el momento más oportuno y adecuado, a lo largo del crecimiento físico y espiritual de las personas.

Como Steiner creó una nueva disciplina artística denominada “euritmia”, me veo impulsado a ilustrar esta entrada con los Eurythmics :There must be an angel (playing with my heart) (Londres, 1985).

Como anécdota curiosa, destacar el enorme parecido físico existente entre Rudolf Steiner y el actor inglés Jeremy Irons (ver fotos de arriba), con toda la intención de dar ideas para una posible y anhelada película sobre la vida e ingente obra de este gran filósofo austriaco.

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