jueves, junio 30, 2016

NI COLA DE LEÓN NI CABEZA DE RATÓN, SINO BANCO DE PECES


En todo tipo de organizaciones humanas, a menudo, escuchamos la frase: “Más vale ser cabeza de ratón que cola de león”. Sin duda, nos sentimos más a gusto y evitamos más conflictos cuando nos movemos en un pequeño grupo de personas afines y conocidas, que cuando nos vemos inmersos en una gran organización con una estructura más compleja y en la que, debido a nuestra  innata querencia tribal, siempre se acaban formando grupos más pequeños con distintos interes que buscan hacerse con el control de la organización, propiciándose luchas por el poder.

Es cierto que el león es poderoso y temido por todos, por lo que puede pasearse orgulloso luciendo su melena al sol, si bien no todas sus partes están igual de iluminadas, ni se consideran todas ellas igual de nobles, osea que su gran corpulencia implica cierta desigualdad. Mientras que el ratón debe limitarse a sus pequeños asuntos, escondido en la oscuridad de su madriguera, para no ser devorado por alguno de sus numerosos predadores, si bien todas sus partes están igual de poco iluminadas y se encuentra cercanas las unas de las otras, es decir hay una mayor igualdad en su diminuta anatomía.

La pregunta es ¿Existen otras alternativas? Propongo que nos fijemos en el funcionamiento de un gran banco de peces o en esas inmensas bandadas de estorninos que sobrevuelan nuestros campos en medio del duro invierno. Ambos grupos están formados por un gran número de pequeños individuos que consiguen moverse al unísino como si se tratara de un sólo organismo de gran tamaño. Su estrategia se basa en que todos tienen unos intereses y objetivos comunes y todos tienen una extraordinaria sensibilidad y capacidad de observar y sentir (casi anticipar) los más sutiles movimientos, tanto de los compañeros que tienen al lado como del flujo general del ambiente que les rodea. Pero, si no hay un cerebro o un lider que dirija a todo el grupo ¿Cómo es posible que no reine el caos? En este tipo de “macrorganismos colectivos” no se hace lo que diga el más fuerte, ni se sigue ciegamente a ningún lider carismático, sino que se hace caso al primero que vea los estímulos exteriores más importantes (peligro, alimento, refugio), es decir se premia la velocidad de reflejos y la capacidad de observación, anticipación y adaptación, no importa quién sea el primero, de hecho las posiciones se intercambian constantemente, lo importante es que la información vital se perciba lo antes posible y se transmita rápidamente a todos los componentes del grupo, de forma que se actúe de manera eficaz y óptima para la mayoría, en favor del bien común.

Pero ¿Cuáles son los intereses que mueven a las personas? Generalmente hablamos de progreso, felicidad, bien estar, términos estos excesivamente genéricos e imprecisos, que ya, en 1943, el psicólogo Abraham Maslow estructuró en una jerarquía u orden de necesidades humanas. Muchos siglos antes Epicuro ya dijo que había 3 tipos fundamentales de deseos: Los naturales y necesarios, que son las necesidades básicas como la alimentación, el abrigo y la seguridad; los naturales e innecesarios, como por ejemplo la conversación amena, la sexualidad o la contemplación y el disfrute de las artes; y, por último, tenemos los deseos innaturales e innecesarios, entre los que están la fama, el prestigio social y el poder político y dinerario.

En su manual del usuario de vivir, Epicuro recomendó que se deben satisfacer los deseos necesarios de la forma más económica posible y perseguir los deseos naturales innecesarios hasta la satisfacción de nuestro corazón pero sin egoismos pues el mayor placer es darnos a los demás. Recomendó también que no se debe arriesgar la salud, la amistad, el amor o la economía en la búsqueda de los deseos innecesarios, pues, a pesar del placer inherente, éste es efímero y conduce al sufrimiento futuro, ya que todos los extremos son inconvenientes y el exceso de placer se convierte en vicio y no hay vicio sin dependencia y falta de libertad.

Por otra parte, las nuevas tecnologías posibilitan una gran velocidad de acceso y transmisión de la información, actualmente se está trabajando incluso en sistemas informáticos capaces de propiciar la toma de decisiones de manera colectiva por grandes grupos de personas conectadas a una red.

Por lo tanto, en este momento sería posible adoptar la estartegia del banco de peces, si desarrolláramos un “neoepicureismo colectivo” podríamos avanzar en una verdadera “democracia participativa”, satisfaciendo los deseos naturales y acercándonos progresiva y asintóticamente a la felicidad.

Resuena en el sombrero: “Second Best”.- The Mice, (Cleveland (Ohio), 1986).

martes, junio 07, 2016

CONEXIÓN PLANTA-INSECTO










El pasado domingo me di una vuelta por un rebollar-encinar de la Sierra de Moncalvillo (La Rioja) y pude comprobar, una vez más, la gran conexión e interdependencia existente entre plantas e insectos.

Lo primero que me llamó la atención fueron dos plantas liliáceas de bellas flores blancas: La primera alza sus elevadas espigas iluminadas por el sol, en los claros del bosque, se trata del Gamón (Asphodelus albus), planta tóxica capaz de adaptarse a muy diversos ambientes, tanto húmedos como secos, ya sea en pastos abiertos o en bosques no muy densos, siendo bastante frecuente que sus flores sean visitadas por el heteróptero Horistus orientalis, una de nuestras chinches más elegantes, como se aprecia en la notable armonía de líneas y colores que muestra la 1ª fotografía. Mientras que la segunda liliácea se trata de la más modesta y escasa, pero más bella y delicada, si cabe, Simethis mattiazzi (= S. planifolia), denominada vulgarmente “Purga de pobres” o “Palomino”, sus endebles tallos florales apenas rebasan la altura de las matas de brezo entre las que suele crecer, siendo sus flores de un blanco inmaculado, en las que destacan los filamentos de sus estambres recubiertos por un espeso fieltro igualmente blanco, rematados por las anteras amarillas. En la 2ª fotografía, vemos posada sobre los pétalos de la flor, una diminuta mariposa, Micropterix calthella, perteneciente a una de las familias de lepidópteros más antiguas (Micropterigidae), caracterizada por ser la única que posee mandíbulas (en lugar de espiritrompa) con las que pueden alimentarse de polen.

Otra llamativa flor blanca, que destaca en el oscuro sotobosque, es el Jaguarzo morisco (Cistus salviifolius), pariente de la Jara blanca (Cistus albidus) de bellas flores rosadas (3ª foto), parasitando las raíces de ambas cistáceas florece a ras de suelo la curiosa y llamativa Granadilla o Chupamieles (Cytinus hypocistis, 4ª foto). Asomado entre los blancos pétalos del Jaguarzo, descubrimos a un pequeño escarabajo longicornio (Cerambicidae), Brachyleptura fulva (5ª foto). Mientras que el más robusto Escarabajo de seis puntos (Lachnaia sexpunctata), un voraz crisomélido estrictamente vegetariano (al contrario que la conocida Mariquita de siete puntos, coccinélido predador de pulgones (áfidos), con la que podría confundirse a simple vista), muestra en la 6ª foto sus vistosos élitros de color rojo anaranjado, posado sobre la rama florida de una Brecina (Calluna vulgaris).

Pero la relación más importante entre plantas e insectos, la cual ha condicionado la evolución o coevolución de ambos reinos de seres vivos, sin duda ha sido y es la polinización, siendo las orquídeas las que han alcanzado las cotas más elevadas de complejidad y sofisticación para atraer a los insectos y hacer que recojan y transporten su polen de flor en flor, aunque también las hay que han recurrido a tácticas mucho más sencillas, como la de la Serapias lingua de la 7ª y última foto, en la que vemos que basta con una pista de aterrizaje bien señalizada y un pequeño pero acogedor hangar, para ofrecer a los insectos un confortable refugio donde pasar la noche o protegerse de las frecuentes tormentas y aguaceros primaverales.

Todas las fotos by Mad Hatter.