viernes, septiembre 25, 2015

CANCIONES QUE DEJAN HUELLA (VII): JÓVENES DE ESPÍRITU ATORMENTADO






En aquella época del Rock-Ola estaba muy exacerbado el concepto de “tribus urbanas”, como bien reflejé en aquel dibujo sobre el ambiente que se respiraba en la legendaria sala, que podría resumir como “modernidad empleando técnicas prehistóricas”.

Tras la explosión de color, descaro, frescura y divertimento que supuso la fase inicial de la movida, con grupos como “Tequila”, “Nacha Pop” o “Radio Futura” (su “Estatua del Jardín Botánico supuso el comienzo de una nueva fase, más madura, y es, sin duda, otra de las canciones que nos dejaron huella a mucha gente), una parte importante de la juventud de toda Europa se adentró en una fase un tanto oscura y siniestra, a la que ya me he referido en ocasiones anteriores con grupos como “Joy Division”, “Bauhaus”, “The Cure”, “Siouxsie and the Banshees” y “Sisters of Mercy”, en Inglaterra; o “Parálisis Permanente” y “Monaguillosh”, aquí en España. La canción más emblemática, sublime y representativa de aquella época, pero que ha conseguido superar el paso del tiempo con una tremenda dignidad, para convertirse en un auténtico clásico, es sin duda esta: “Love Will Tear Us Apart”.

Una serie de grupos, encabezados por Echo and the Bunnymen, sus amigos The Chameleons, The Psychedelic Furs, The Sound y The Church (en Australia) iniciaron una nueva senda denominada “neopsicodelia” que también nos dejó tremendas canciones que podéis escuchar en los enlaces anteriores.

Comenzó entonces una etapa más guitarrera, en la que se abandonaron los sintetizadores y las cajas de ritmos, para regresar, en cierta manera, a la las esencias del rock, sin abandonar la emotiva lírica romántica con la que se había iniciado la década. Podría decirse que el pop hizo una limpieza, una colada de la oscura y ajada ropa usada por los antihéroes del after-punk, y sacó a tender al sol las pulcras y relucientes camisas, con un fresco olor a limpio, de intrépidos jovenzuelos con aire intelectual como Morrissey (Smiths), Lloyd Cole, Chris Isaac, Friends Again, Pale Fountains, Lotus Eaters, Blue Bells, etc. Su frescura y desenfado no dejaban de estar impregnados con aires de cierta nostalgia imbuida de un espíritu atormentado, que resultaba sorprendente e inusual en gente tan joven. Incluso Ian McCulloch (Echo and the Bunnymen) sacó un disco en solitario en plan Lord Byron veinteañero, con aquella memorable canción dedicada al mes en que nos encontramos y que refleja a la perfección esa melancolía otoñal con sólo veinte primaveras a sus espaldas: “September Song”.

Mientras que, aquí en España, tuvimos a los Duncan-Dhu, que dieron nombre a las típicas poses fotográficas, con la mirada perdida en el infinito, haciéndose los interesantes (en la última foto de abajo, sale Diego Vasallo con una camisa oscura estampada que también tenía yo, recuerdo que, un día que tocaron en Madrid, mucha gente me confundió con él cuando iba dando una vuelta por Malasaña con los amigos, incluso llegaron a pedirme un autógrafo!!!). Y qué mejor forma de cerrar el círculo que con Mikel Erentxun cantando una versión de Morrissey: “Esta Luz Nunca se Apagará”.

Y es que en aquellos años de tardía adolescencia o madura juventud para muchos de nosotros, ya habíamos probado las mieles amargas del desamor o de la interminable agonía de platónicos suspiros por aquella belleza inalcanzable
.

Capítulos anteriores de esta serie: I, II, III, IV, V y VI.

No hay comentarios: