martes, agosto 20, 2013

LA HUERTA DE CARMELITA








Cuando llega el atardecer y el ambiente refresca un poco, Carmelita siente la imperiosa necesidad de entrar al garaje para recoger los guantes de cuero, una azadilla y una navaja, y salir a su pequeña huerta para cavar un poco, quitar las malas hierbas y recoger los frutos del día, que hoy han consistido en: un joven calabacín tierno, cuatro flores de la misma mata (foto 1), media docena de pimientos del Padrón (unos pican y otros no), un par de tomatesCorazón de Buey” (foto 2) y siete fresas rojas.

Nada más llegar a la cocina, mete las fresas en el congelador. Y con el calabacín, Carmelita hace los mejores Nachos del mundo. Para ello, lo corta en láminas que fríe en aceite de oliva por ambas caras, después de la última vuelta coloca encima de cada lámina una fina loncha de queso, para que se funda ligeramente, pone cada lámina con queso encima de una tortilla chip de maiz, y de guarnición prepara las flores de calabacín rebozadas y los pimientos del Padrón fritos ¡Ummm! La combinación perfecta de texturas suaves y crujientes, con un puntito picante.

Los tomates, de un bello color rojo coral, los corta en rodajas que aliña con sal, vinagre y aceite de oliva. Al morderlas, una gota de jugo escurre de la comisura de sus labios, que son del mismo color que los tomates, y se desliza por su barbilla, para descender finalmente recorriendo su suave y longilineo cuello.

Sin haberse limpiado el sudor, después de trajinar por la huerta y en la cocina, derrama una pizca de sal sobre el moreno dorso de su muñeca, lo lame con cuidado, y rápidamente muerde una rodaja de limón, para terminar sorbiendo con fruición un chupito de Tequila.

Para el postre, cuece un poco de leche (de esa que caduca más tarde que la culpa, foto 7), añade chocolate, remueve bien, lo deja enfriar un poco y unta en él las fresas congeladas, que al ser mordidas intensifican aún más si cabe el vivo color rojo de sus labios, los cuales aprieta contra la botella de leche para dar un largo trago, del que escapa otra gota furtiva, cuya blancura contrasta con la bronceada piel de su escote.

¡Ay mamacita! ¡Hay que ver lo sensual y sexy que es la huerta de Carmelita! ¡No pierdan ocasión de visitarla siempre que puedan!

Las berenjenas, los pepinos y los melones ya están en flor y engordando (ver fotos 3, 4, 5 y 6).

Resuena en el sombrero: “Carmelita”.- Una canción compuesta por Warren Zevon, en la deliciosa versión que hicieron Dwight Yoakam & Flaco Jiménez (San Antonio (Texas), 1992).

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