jueves, junio 27, 2013

MI BARRIO SE HA IDO


Era una de esas mañanas radiantes de finales de Junio, con esa luminosidad única que tiene el cielo de Madrid, sin una sola nube, aún temprano, con una agradable temperatura en torno a unos 25 grados y una ligera brisa del Oeste, que nos trae trazas del lejano Océano Atlántico, un sutil recuerdo a salitre, algas y pescado que resultaba mucho más presente antaño, cuando era frecuente ver pescaderías a pie de calle, frente a las que los niños nos quedábamos absortos, observando las enormes bocas de los rapes, el irisado lomo de las caballas, los grandes ojos rojizos de los besugos o las poderosas patas de las nécoras aún meneándose sobre el hielo picado.

Actualmente, apenas se ven estas pequeñas pescaderías callejeras, aunque siguen abundando las fruterías y panaderías de barrio. Supongo que es debido a la disminución del consumo de pescado, unido a nuestro estilo de vida, que se ha hecho más cosmopolita, tipo americano, más dependiente del coche y de los grandes supermercados.

La soleada mañana no invitaba a meterse en el metro, así que me fui paseando hacia la parada del bus “circular”, siguiendo la misma ruta que hacía cuando iba al colegio o al Parque del Oeste, hace casi 40 años.

Noté el hueco que dejaba en la esquina la ausencia del puesto de helados en el que mi madre me compraba polos de menta o cucuruchos de chocolate y vainilla, frente a la manzana en la que se ubicaba mi primer colegio, hoy ocupada por un bloque de viviendas y una sucursal de uno de los bancos responsables de nuestra actual ruina económica.

Los árboles de las calles y del patio que fueron testigos de mis primeros juegos infantiles están mucho más gruesos y crecidos, pero entre sus copas sobrevuelan exóticas y ruidosas aves (cotorras argentinas) inexistentes entonces, ya que se trata de unas recién llegadas.

Se conserva el clásico diseño en cuadrícula oblicua de las baldosas de las calles de color gris cemento, y todavía está abierta la tasca de toda la vida donde se sirven vinos y tapas a la hora del vermú, así como la vetusta y desconchada puerta del garaje en la que hace 40 años dormitaba un viejo perro, al que le alegré el día cuando, sin querer y para mi desgracia, le lancé una bola de helado de vainilla, al extender bruscamente mi brazo para señalarselo a mi madre.

El antiguo Hospital militar en el que me hicieron las pruebas para la alergia, pinchándome una docena de puntitos en el brazo, ahora es el departamento de infraestructura y vivienda del Ministerio de Defensa.

Al otro lado de la calle, siguen estando los jardines y paseos de la residencia de profesores de la ciudad universitaria, en los que aprendí a montar en bici, con aquella primera “BH”, bajo los atentos y pacientes cuidados y consejos de mis queridos padres.

Finalmente llego a la parada del circular que me llevará a la sede del Ministerio de Agricultura y Medio Ambiente donde tengo una reunión de trabajo, mientras recreo en mi mente la emotiva mezcla de recuerdos, imágenes, olores y sabores evocados por este agradable y entrañable paseo matutino por las calles de Moncloa, no lejos de la antigua casa del recordado Enrique Urquijo.

Resuena en el sombrero: “My city was gone”.- The Pretenders (Akron. (Ohio), 1982), con la preciosa voz de Chrissie Hynde cantando aquello de “I went back to Ohio… and my city was gone….”.

martes, junio 25, 2013

AUTOCOMBUSTIÓN




En los realities y programas televisivos de los últimos años, se ha puesto de moda el uso de polígrafos o “máquinas de la verdad” para “ilustrar” peliagudas entrevistas o comprometidos interrogatorios a polémicos personajes. Estas máquinas están basadas en los cambios fisiológicos (temperatura, sudoración, pulso) que se producen cuando mentimos. Por así decirlo, nuestro cuerpo y nuestra mente saben lo que está bien y lo que está mal, por mucho que tratemos de ocultarlo, disimularlo o restarle importancia.

Me pregunto cómo sería la humanidad si hubiésemos evolucionado genéticamente de manera que cuando mentimos o hacemos algo malo, las condiciones fisiológicas propiciasen la autocombustión. Quizás habría que preguntarse si, en ese hipotético caso, quedaría alguna persona para contarlo, aunque no cabe duda que sería una forma drástica y justiciera de selección natural. Puede que hubiese poca gente sobre el planeta, pero esos pocos serían buena gente sincera y, probablemente, vivirían felices, en paz y armonía, tanto entre ellos mismos como con su medio ambiente ¿O quizás no tanto? Nunca lo sabremos.

Este asunto de la autocombustión o combustión espontánea siempre ha sido una especie de leyenda urbana... ¿Realmente se ha producido alguna vez? Lo cierto es que, a medida que envejecemos, todos nos vamos oxidando, quemando y consumiendo poco a poco, hasta que, finalmente, tarde o temprano, todos los seres vivos acabamos por morir, pero... ¿Existen circunstancias que pueden acelerar ese proceso hasta el punto de arder espontáneamente?

La noticia de la floración de un Chagual (Puya chilensis), tras 15 años de crecimiento, en el Royal Horticultural Society´s Garden Wisley de Inglaterra, me ha hecho reflexionar sobre este asunto. Estas plantas bromeliáceas viven en las zonas áridas de las estribaciones andinas, en unas condiciones extremadamente duras, por lo que su crecimiento es muy lento. Sus hojas poseen unas afiladas espinas en forma de garfio y orientadas en todas direcciones, de manera que algunos animales (aves y mamíferos, incluso ovejas) quedan atrapados e inmovilizados con frecuencia en estas matas, por lo que acaban pereciendo y sus restos contribuyen a fertilizar la planta.

Los troncos de algunas de estas especies del género Puya, tanto el Chagual como la P. berteroniana, a veces aparecen medio carbonizados, chamuscados o ennegrecidos (tercera foto), sin que al rededor se aprecie síntoma alguno de que se hubiese producido algún incendio en los últimos años. Hay quien asegura haberlas visto arder ellas solas, en una calurosa tarde de verano. El asunto no está nada claro, pero se sospecha que los troncos de los ejemplares maduros pudieran acumular sustancias químicas capaces de reaccionar en condiciones de fuerte insolación y altas temperaturas, produciendo una lenta combustión sin llama. Aunque, si realmente pueden matar ovejas, tampoco me extrañaría nada que fuesen los pastores de la zona los que se encargasen de quemar y eliminar selectivamente estas curiosas plantas.

Un asunto interesante y a tener en cuenta para aquellos que nos dedicamos a la complicada y peligrosa tarea de apagar incendios forestales.

En fin, a pesar de las numerosas puyas que nos atormentan diariamente ¡Sed buenos y no os queméis demasiado!

Resuenan en el sombrero: Una vez más el “Light my Fire” (L.A., 1967) de The Doors… Es que es tan bueno!!! Aunque también está el famoso “Fire” (London, 1968) de Arthur Brown, que también ha pasado por aquí ya, como puede verse en el anterior enlace.

miércoles, junio 19, 2013

TIEMPO DE ORUGAS Y MARIPOSAS





Fecundar la friolera de 2.000 huevos es una ardua tarea que lleva su tiempo, por lo que la pareja de Barrenos del álamo (Sesia apiformis) tiene que permanecer más de una hora en la postura que veis en la tercera foto (hembra a la izquierda y macho a la derecha), a plena luz del día, lo cual ha motivado que estas robustas mariposas hayan tenido que disfrazarse de uno de los insectos más aterradores que existen en Europa: el Avispón (Vespa crabro, 4ª foto). Idéntica estrategia ha adoptado alguna especie de mosca (sírfido).

El abultado abdomen de la hembra de Sesia apiformis es capaz de almacenar 2.000 huevos que, una vez fecundados, deja caer al suelo, al pie del Álamo blanco (Populus alba) sobre cuyo tronco se ha realizado la cópula, y cuyas raíces horadarán las larvas nada más nacer, primero en sentido descendente, hasta que, cuando hayan evolucionado lo suficiente, normalmente en su segundo año de vida, cambien de sentido ascendiendo hasta la base del tronco, donde se envolverán en un capullo de seda para transformarse en crisálidas de las que emergerán en primavera las mariposas adultas.

Mientras las Sesias copulan en el álamo, sobre una cercana planta de Hinojo (Foeniculum vulgare) se alimenta una gruesa oruga de la bella mariposa Macaón (Papilio machaon). Estas vistosas larvas (2ª foto) no necesitan disfrazarse, ni aparentar lo que no son, sino que emplean sus brillantes colores para advertir a sus posibles predadores de que contienen un líquido acre y tóxico (ácido butírico), que expulsan en unos curiosos tubérculos rojos, en forma bífida (osmaterium), que poseen detrás de la cabeza, los cuales despliegan en cuanto son molestadas.

Sin embargo, pocas orugas superan en tamaño a la de la Esfinge calavera (Acherontia atropos) de la 1ª foto, que se alimenta de plantas de la familia de las solanáceas, mientras que la mariposa adulta se dedica a saquear la miel que las laboriosas abejas almacenan en sus colmenas.

Si en los comentarios de la entrada anterior argumentábamos sobre el posible dominio reptiliano de la Tierra, en caso de que no hubiesen caído el meteorito que produjo la extinción de los dinosaurios, de lo que no cabe ninguna duda es que los verdaderos reyes del planeta son los insectos. Dentro de esta gran clase de artrópodos, el orden de los coleópteros es el más numeroso y diversificado, sobre ellos ya hemos tratado en no pocas ocasiones, pero junto al “rey escarabajo” en el trono de la vida se sienta la “reina mariposa” y, como todo el mundo sabe, para ser mariposa primero hay que ser oruga, por lo que, en cualquier caso, nuestro planeta está dominado por “gusanos”.

Esta primavera tan húmeda que estamos teniendo ha producido un gran desarrollo de la vegetación, lo que está favoreciendo una gran proliferación de orugas y mariposas, así como de setas, lo cual me hace recordar a uno de mis personajes favoritos de “Alicia en el país de las maravillas”, como es la oruga fumadora, con sus cómodas babuchas, dando profundas caladas a su pipa de agua.

Resuenan en el sombrero: La pipa de agua sonora más famosa de la Historia: “You´re gonna miss me”.- 13th Floor Elevators (Texas (USA), 1966). Porque el día que dejemos de ver orugas y mariposas en nuestras primaveras, sin duda, las echaremos de menos. Y “Puppets Dangling”.- Jacco Gardner (Hoorn (Holanda), 2013). Una música que evoca como pocas el mágico mundo de los bosques, los insectos y otras curiosidades de nuestro país de las maravillas.

Todas las fotos, excepto la 4ª, by Mad Hatter.

jueves, junio 13, 2013

EL REY LAGARTO




Hace poco he leído la noticia de que han descubierto el fósil de un enorme lagarto (primera foto), cuyo nombre específico “Barbaturex morrisoni” ha sido puesto en honor al legendario cantante de los “Doors”, Jim Morrison (segunda foto), apodado “Lizard King”, fallecido en París el 3 de julio de 1971. Una gran ocasión para recordar la música de este grupo imprescindible de la historia del rock y cuyo teclista Ray Manzarek falleció hace pocos días (20 de mayo), si bien ya le había dedicado una entrada en el 2007 (ver enlace anterior), por tratarse de uno de mis teclistas favoritos.

El lagarto en cuestión es una especie similar a las iguanas actuales, vegetariano, al igual que ellas, pero de gran tamaño (unos 2 metros de longitud y 27 kilos de peso), que vivió hace 40 millones de años, en la zona del sureste asiático donde actualmente se ubica Myanmar. Este período del Eoceno, ha sido denominado por algunos “Squamozoico”, debido al predominio de grandes lagartos de colas espinosas, en un mundo que ya estaba dominado por los mamíferos, posiblemente debido al hecho de que fue una época caracterizada por un clima muy cálido, en el que incluso se habían fundido los polos, que favoreció un gran desarrollo de los reptiles de sangre fría (poiquilotermos).

Es curioso como el rock´n´roll siempre se ha inspirado bastante en el mundo de los reptiles, desde los aligatores del bajo Mississippi donde nació ("Alligator Blues", no puedo olvidar aquel espeluznante “Alligator Wine” que interpretaron los Fuzztones junto al maestro Screamin´ Jay Hawkins, a los madrileños Downtown Alligators), hasta la "Iguana de Detroit" (Iggy Pop), pasando por las numerosas alegorías a lo camaleónico y a los camaleones, o aquella canción de mis queridos The Church titulada “Reptile” (1988), o aquella otra de los Bauhaus titulada "Lagartija Nick" en la que se inspiraron un grupo de chicos granaínos para denominar a su banda, sin olvidar al gran segundo baterista de los Rescuers y primero de los Imposibles, el inolvidable y entrañable Gonzalo, “El Lagarto”.

Supongo que el cerebro reptiliano, la parte más primitiva de nuestro cerebro que regula el mundo de los instintos, los impulsos y las emociones, tiene algo que ver con eso. Como también el hecho de que a muchos roqueros les guste enfundarse en una segunda piel de cuero negro, calzar botas de serpiente y proteger su vista tras unas gafas oscuras, todo ello les confiere una fría y dura apariencia reptiliana que, en la mayoría de los casos, no es más que pura fachada, una coraza tras la que suele esconderse una cálida personalidad, frágil y tímida. Artistas sensibles, con espíritus libres, corazones cosidos a cicatrices y cuerpos castigados por los excesos que conlleva la nocturna vida bohemia.

Resuena en el sombrero: “Light My Fire”.- The Doors (L.A. (California), 1967).


viernes, junio 07, 2013

LOS INCOMPRENDIDOS FORESTALES




¡No hay manera! Por mucho que nos empeñamos los forestales y la PAC de la Unión Europea, la cultura forestal no acaba de implantarse en la inmensa mayoría de España ¿Por qué nos cuesta tanto dedicarnos al sector forestal?

El mundo rural, en general, cada vez está más abandonado debido a que nuestra cultura es aplastantemente urbana y a que los medios de comunicación de masas están dirigidos a la abrumadoramente mayoritaria población urbanita.

El minoritario y depauperado mundo rural sobrevive a duras penas, gracias principalmente a la agricultura, la ganadería, la artesanía y el turismo. La actividad forestal sólo es significativa en algunas zonas del Norte (Galicia, Asturias, Cantabria, País Vasco y Navarra), pero ni siquiera en estas zonas de clima húmedo los bosques parecen no ser lo suficientemente productivos como para que la gente viva de ellos.

Sin embargo, el motivo del abandono de nuestros bosques no es que éstos no sean productivos, ni se trata de un asunto principalmente económico, sino fundamentalmente social y cultural. En primer lugar, llevamos muchas décadas, incluso siglos, educando a nuestros niños y jóvenes para que abandonen sus pueblos y no valoren la cultura tradicional que se ha ido acumulando durante siglos, una cultura basada en la observación de la naturaleza que les ayudaba a aprovechar todos los recursos que les ofrece la naturaleza durante cada estación del año.

El otro día, escuché en la radio (“El Bosque Habitado” de Radio 3) una historia sobre un padre que guardó la hoja del periódico en la que aparecía un bello mapa mundi. Su hijo pequeño al verla la cogió y la hizo pedazos, el padre apesadumbrado le impuso como castigo a su travieso hijo la tarea de recomponer el mapa mundi pegando los trozos, pensando que le iba a costar varios días, ya que un niño tan pequeño todavía no sabía nada de geografía, pero resulta que a las pocas horas el niño apareció con el mapa perfectamente recompuesto ¿Cómo es posible que lo hayas hecho tan pronto hijo mío? A lo que el niño respondió: “No sabía cómo era el mapa, papá, pero en la cara de detrás había un hombre que sí sé cómo es, así que recompuse el hombre y al dar la vuelta a la hoja ví que el mundo también se había arreglado”. El mensaje está muy claro: Las políticas de desarrollo rural, subvenciones y ayudas económicas, pueden ser enormemente complicadas, pero si nos fijamos en el hombre que ha habitado durante siglos el campo y recomponemos su cultura, veremos que el medio rural se recompone por sí solo, al mismo tiempo.

El problema es que en muchas regiones de nuestro país no sólo apenas existe una cultura forestal, sino un auténtico rechazo hacia el árbol y lo silvestre, a lo que con frecuencia se denomina con términos tan despectivos como “maleza” o terreno “improductivo”. Recuerdo que mi primer jefe en Toledo, me dijo que en cierta ocasión visitó un pueblo de La Mancha para hacer una plantación lineal de árboles a la orilla de un camino, en una inmensa llanura sin un sólo árbol en kilómetros a la redonda. Tratando de mostrar el lado positivo a un paisano con el que entabló conversación, le comentó: “Piense en lo agradable que será dentro de unos años tomarse el bocadillo y un trago de vino a la sombra de los árboles”. A lo que el paisano, muy seco, le contestó: “¿La tortilla? ¡A la sombra´l carro!” Mi jefe, todo cortado, se despidió educadamente y se fue.

Lo forestal sólo suele contemplarse de una forma muy secundaria, como proveedor de leña, caza y pesca, por lo general de manera furtiva y utilizando métodos prohibidos, tales como: recogida de huevos y pollos de pájaros, colocación de lazos, uso de plantas tóxicas (Verbascum) para atontar los peces (enverbescar de las aguas), arponear lagartos, etc. También se recogen otros productos comestibles como espárragos verdes, frutos, setas; plantas medicinales y materiales para artesanía: mimbre, esparto, corteza de zarza, palos, etc. Así como helechos para las camas del ganado. Pero el grueso de la economía y la producción de alimentos provienen de la agricultura y la ganadería.

Sin duda, las actividades agropecuarias son más intensivas y productivas en relación a la superficie ocupada, que los extensivos aprovechamientos forestales. La necesidad de superficies relativamente grandes y la gran dificultad sociocultural que supone el asociacionismo de pequeños propietarios en nuestro país, han ligado los aprovechamientos forestales y cinegéticos a grandes latifundios en manos de unos pocos terratenientes privilegiados (nobles, aristócratas, capitalistas, grandes empresarios), predominantes en la mitad sur peninsular, debido a motivos históricos (Desamortización de Mendizábal). Mientras que, en la mitad norte, son mayoría los montes propiedad de ayuntamientos, muchos de ellos catalogados de Utilidad Pública, la figura de protección legal y de conservación práctica más eficaz que se haya inventado nunca.

En este sentido hay que decir, que la idea surgida en algunas Comunidades Autónomas de poner a la venta los Montes de U. P., al objeto de obtener fondos para paliar la actual crisis económica es una aberración histórica de un enorme calibre, un catastrófico y claro ejemplo del “pan para hoy y hambre para mañana” y de que “el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra”.

Así mismo, los prolongados plazos de tiempo en los que funcionan la mayoría de las especies forestales arbóreas, constituyen un importante escollo a la hora de que nos decidamos a plantarlas y darles unos mínimos cuidados (selvicultura). Quizás por eso, una de las pocas especies que ha tenido cierto éxito entre los propietarios particulares son las plantaciones de clones de chopos híbridos (Populus x euramericana) y de Eucaliptus para producción de madera a turno corto (15 años), lo cual les asemeja algo más a un cultivo agrícola de lo que suele ser la gestión, ordenación y selvicultura de los bosques naturales.

Habría que tener en cuenta y valorar en su justa medida que la existencia de una superficie apropiada, sana e interconectada de ecosistemas forestales (bosques, matorrales, setos, sotos, praderas, ríos, lagos, fuentes, trampales, roquedos, etc.) aumenta considerablemente la biodiversidad, la calidad y cantidad de los recursos, la belleza de los paisajes, la calidad de vida y la salud física, mental y espiritual de las personas que viven en su entorno ¿Qué precio tiene eso?

Lo forestal no suele verse como algo moderno y con futuro, sino que más bien tiende a asociarse con el pasado, remontándose hasta el Paleolítico, un tiempo anterior a la agricultura, en la que el ser humano llevaba una vida nómada sustentada en la caza, la pesca y la recolección de frutos silvestres. Posteriormente, durante muchos siglos, el bosque fue el lugar preferido por el enemigo para realizar emboscadas, refugio de bandidos, lobos y alimañas. En el mejor de los casos, era el coto de caza exclusivo del noble terrateniente y amo del lugar, poblado por ciervos y jabalís intocables que salían a alimentarse por las noches en los sembrados del pueblo, produciendo unos daños por los que no eran compensados en forma alguna.

En el plano laboral, la actividad forestal es el último, duro, ingrato y malpagado recurso al que aferrarse cuando no queda otra cosa, apenas se exige formación ni cualificación alguna, para el monte vale cualquiera, un trabajo al que pueden dedicarse los presos y los parados. Cuando, en realidad, el manejo de la vegetación, de nuestra flora, de nuestros hábitats, de nuestro patrimonio natural, requiere de numerosos conocimientos en muy diversas materias (ecología, mecánica, ergonomía, seguridad), capacidad de observación, una cierta preparación física y una cierta vocación, que, para nada, hacen que sirva todo el mundo para realizar la gran diversidad de tareas que implica la actividad forestal.

Históricamente, el bosque siempre ha sido visto como un símbolo de los tiempos duros de la vida nómada y del feudalismo medieval. Para colmo de males, en España, durante la dictadura franquista se hicieron muchas repoblaciones forzosas, una vez más las cosas se hicieron sin contar con las personas, con los lugareños, sin invertir un valioso e imprescindible tiempo para explicar, formar e involucrar como es debido a la población rural. Siempre he pensado que la psicología y la pedagogía deberían ser asignaturas obligatorias en la carrera de ingeniero de montes y forestal. Pero no, la realidad es que “los pinos del ICONA” adquirieron un cariz negativo. El asunto se politizó hasta el punto de que una parte importante del movimiento ecologista demonizó a los pinos, metiéndoles en el mismo saco que a los eucaliptos, incluso hasta se llegó a poner en duda su carácter autóctono, cuando la realidad es que siempre han existido y existen pinares naturales que cumplen un importante papel colonizador en las series evolutivas de las asociaciones vegetales que van cubriendo un determinado terreno y en los ciclos de los ecosistemas.

Es como si nuestra Historia se hubiese empeñado en que nuestro irremediable destino no sea otro que el desierto pelado y deforestado. Si bien no es algo únicamente propio de la Península Ibérica, sino que ahora se sabe que gran parte del declive de las culturas griega, romana y maya, fue debido a la sobreexplotación y agotamiento de los recursos forestales de su entorno, la deforestación trajo consigo la erosión de los suelos, pérdida de fertilidad, disminución de la capacidad de retención de agua, riadas, inundaciones, sequías, cambio del clima, escasez de madera, caza y otros recursos. En definitiva la superpoblación y la deforestación trajeron consigo la hambruna y la pérdida de la calidad de vida hasta llevar a imperios y pueblos enteros a la desaparición o a la migración forzosa a nuevos lugares.

Una de las claves de este asunto está en el difícil equilibrio entre demografía, desarrollo, economía y sostenibilidad, en un mundo finito con recursos limitados. El bosque tiene muchos recursos, pero su aprovechamiento óptimo implica una densidad de población que no suele cuadrar con nuestras ansias ilimitadas de crecimiento, nuestro instinto reproductor y nuestro afán por consumir al máximo durante el máximo número de años de vida.

Los único seres humanos que lograron vivir de una manera realmente sostenible, durante miles de años y aprovechando plenamente los recursos naturales, han sido los indígenas americanos, pero éstos también fueron y siguen siendo marginados y aniquilados por la predominante y esquilmadorar cultura occidental. No deja de ser paradójico que la denominemos así, ya que la primera cultura occidental fue la de aquellos que pusieron por primera vez su pie en los bosques, praderas, montañas, llanuras, desiertos, selvas y costas vírgenes que se extendían desde Alaska hasta Tierra del Fuego.

Resuena en el sombrero: “Fendendo Achas”.- Talabarte (Galicia, 2012).

Fotos by Mad Hatter: 1ª) Grupo de amigos junto a un Agente Forestal, tras haber cortado algunos árboles que competían con una especie escasa en La Rioja y de crecimiento lento como es la Sabina albar (Juniperus thurifera). 2ª) Primaveral paisaje forestal diverso con Abedules (Betula alba), Pinos (Pinus sylvestris) , Cerezos (Prunus avium), Espinos (Crataegus monogyna) y Escobas (Cytisus scoparius) en Camprovín (La Rioja).

Durante la semana del 10 al 14 de junio se celebra en el Palacio de Congresos y Exposiciones Europa de Vitoria-Gasteiz el VI Congreso Forestal Español ¡Ánimo y mucha suerte queridos colegas!

martes, junio 04, 2013

RAMONEO





Uno de los recuerdos más entrañables que conservo de quien fuera ilustre Catedrático de Botánica en la Escuela Superior de Ingenieros de Montes de Madrid, el Profesor Juan Ruiz de la Torre, es cuando nos contaba anécdotas sobre plantas raras que encontraba en sus interminables paseos por las sierras de media España, y, con ese gracejo andaluz tan característico, nos decía: “… y allí estaba, to recomío por lajh cabraaajh…”. Esta frase o coletilla, aparentemente tan trivial, da una idea muy acertada, intuitiva y significativa del secular predominio que ha tenido y aún tiene, en algunas zonas de nuestro país, la tradición ganadera y pastoril, a costa de nuestra maltrecha y sufrida flora.

Resulta evidente que, en un territorio que lleva siendo poblado por el ser humano desde tiempos prehistóricos y que ha sido habitado, atravesado e invadido por tantas culturas, como es la Península Ibérica, sus bosques y la vegetación silvestre, en general, ha sufrido lo indecible durante milenios, sucumbiendo al diente del ganado, al filo del hacha, a las llamas del fuego, a la cadena de la motosierra y a las palas de la maquinaria moderna.

Hoy en día, se supone que tenemos un mayor cuidado, sensibilidad y respeto por nuestro patrimonio natural, sin embargo muchos montes mantienen una carga de herbívoros, ya sea ganado y/o fauna silvestre (conejos, cérvidos, jabalís, cabras monteses, rebecos, etc.), que resulta excesiva para permitir la correcta regeneración de muchas especies de plantas.

Uno de los árboles que más está sufriendo esta presión es el Tejo (Taxus baccata), ya que, pese a la toxicidad de su follaje para las personas y muchos animales, este árbol es muy buscado y ramoneado por cérvidos, cabras y vacas, lo que unido a la lenta y difícil germinación de sus semillas y a su lento crecimiento, está produciendo un progresivo enrarecimiento de la especie y un envejecimiento de sus poblaciones.

Esta primitiva especie de conífera, cuyos frutos simulan el aspecto de bayas, al estar sus semillas rodeadas por un arilo carnoso de color rojo (única parte comestible de este árbol), con el fin de que sean ingeridos por los pájaros para que dispersen sus semillas junto con los excrementos (ornitocoria), es muy utilizada en jardinería, siendo especialmente apropiada para la conformación de setos recortados con formas caprichosas, debido a su gran tolerancia a la poda. Una poda que, en el medio natural, es realizada por los dientes de los herbívoros que devoran sus brotes una y otra vez, impidiendo un correcto desarrollo de los árboles, que acaban convirtiéndose en auténticos bonsáis (ver cuarta foto).

Si, en vuestros paseos por los montes, alguna vez os encontráis con este tipo de árboles-repollo enanos, podéis colaborar en la conservación de nuestros escasos tejos, rodeándolos con ramas de arbustos espinosos u otros árboles que encontréis en las proximidades, al objeto de impedir o dificultar el acceso de los grandes herbívoros al follaje de estos legendarios árboles.

Otro consejo naturalista-conservacionista: Si veis setas raras, también con aspecto de repollo de vivos colores, esponja o coral, como las de las tres primeras fotos (Hericium coralloides, Hericium erinaceus y Ramaria flavescens), no las arranquéis ni cojáis para comerlas, ya que existen muchas especies muy parecidas y difíciles de diferenciar que resultan purgantes o tóxicas y que, además, también son muy raras. Por lo que es mejor no arriesgarse a comerlas, sino limitarse a disfrutar de su contemplación, sacarles una foto y permitir que sigan creciendo y esporulando durante su breve y efímera fructificación, al objeto de que puedan seguir viviendo en el suelo de nuestros bosques, donde realizan la importante labor de descomponer los restos leñosos, con lo que, además de garantizar el correcto funcionamiento de los ecosistemas y la conservación de su biodiversidad, disminuyen la carga de combustibles secos, susceptibles de alimentar los dañinos incendios forestales.

Este asunto de los ramajes y el ramoneo, no es que haya sido muy tratado por el rock´n´roll, salvo honrosas excepciones como estas:

Resuena en el sombrero: “I don´t want to grow up”, “She talks to rainbows”.- The Ramones (Queens (New York), 90´s) y “Rama Lama Ding Dong”.- The Edsels (USA, 1957).

Fotos 2, 3 y 4 by Mad Hatter.

¡Feliz día del medio ambiente! (Que es mañana).