lunes, mayo 20, 2013

CRECER CAMPO ADENTRO





Desde hace algunos años, se observa un incipiente freno del aplastante predominio de lo urbano frente a lo rural, de manera que al menos una minoría de personas vuelven su mirada hacia el campo, o bien se fijan en determinados aspectos del mundo rural con un nuevo enfoque más actual y alternativo.

Por ejemplo, la actividad agraria predominante en el momento actual está basada en tres hechos fundamentales

1) División o especialización: Existen explotaciones agrícolas o ganaderas especializadas en uno o muy pocos cultivos o especies, por lo general explotados de una manera intensiva.

2) Necesidad de insumos externos: Existe una gran dependencia de insumos o “inputs” externos que aumentan los costes de producción, tales como: energía (combustibles, electricidad), agua (embalses, canalizaciones y regadíos), fertilizantes químicos, productos fitosanitarios, productos farmacéuticos, semillas manipuladas genéticamente, etc.

3) Dependencia económica de las subvenciones: En la actualidad prácticamente ninguna explotación agraria sería rentable sin las ayudas o subvenciones de la PAC (Política Agraria Común), que suponen una partida muy importante del presupuesto de la UE.

En este sentido, se empieza hablar (en la feria anual “Biocultura” e incluso en algún programa de la televisión pública como “Agrosfera”) de conceptos tales como “permacultura”, “agricultura integrada” o “agricultura ecológica” que tratan de que la actividad agraria sea realmente sostenible, mediante la integración agricultura-ganadería-bosque, al objeto de cerrar ciclos completos, creando, por así decirlo, verdaderos ecosistemas agrarios o agroforestales. Para ello se presta especial importancia a la conservación y mejora de la fertilidad y la capacidad de retención de agua del suelo, se aprovechan al máximo las características topográficas (pendientes, exposiciones) y ecológicas, así como todos los recursos existentes en cada lugar, tratando de crear sinergias, al objeto de minimizar los costes y maximizar la diversidad, sostenibilidad y calidad de unos productos sanos, tanto para las personas, como para el medio ambiente.

Se trata de que las fincas sean viables y rentables por sí mismas, sin necesidad de subvenciones y, a ser posible, autosuficientes: Todo lo que necesita una finca, se encuentra dentro de la propia finca.

Estos valores de sostenibilidad y autosuficiencia están siendo puestos en práctica en las denominadas “ecoaldeas” y a través de movimientos o asociaciones diversas como “dulce revolución”.

El mismo nombre de “explotación” tiene unas claras connotaciones negativas, por lo que habría que recuperar los conceptos tradicionales e integrales de granja, campo, dehesa, mucho más descriptivos de los ecosistemas agroforestales que se pretenden conservar y potenciar.

Hasta ahora y a nivel oficial, se ha tratado de revitalizar el mundo rural un tanto “de boquilla”, mediante subvenciones públicas a la agricultura, la ganadería y la forestación, la construcción y mejora de carreteras y otras obras públicas en los pueblos (calles, plazas, depuradoras, polideportivos, colegios, centros de salud). Digo “de boquilla”, porque en la práctica muchas de estas infraestructuras han servido para que la gente tarde menos tiempo en viajar de la ciudad al campo, con lo que la gran mayoría de las personas viven en la ciudad, a pesar de que puedan desarrolla una gran parte de su actividad en el mundo rural. Con lo que, hoy por hoy, lo cierto es que se siguen despoblando pueblos y se siguen cerrando centros de salud, bibliotecas y colegios rurales.

Por eso, a mi modo de ver, el principal problema del mundo rural no es la economía, sino los servicios y la cultura de nuestros pueblos, aldeas, caseríos y granjas.

En este sentido, una de las iniciativas más novedosas que he conocido últimamente es la denominada “Campo Adentro”, un ambicioso proyecto sobre territorios, geopolítica, cultura e identidad de las relaciones campo-ciudad, del que la televisión y radio públicas se han hecho eco en programas como “Metrópolis” (en la 2) y “El Bosque Habitado” (en Radio 3).

Se trata de que no sólo se mire al campo como un suministrador de materias primas o un reservorio de la biodiversidad, sino que se potencien y se valoren adecuadamente sus actividades industriales y culturales propias, tales como: artesanía, arquitectura, pintura, escultura, literatura, música, danza, moda, costura, cine, informática, gastronomía, deporte, actividades de ocio al aire libre, etc.

Comer y curarte con lo que cultivas con tus propias manos o recoges en el campo de una manera sostenible, ordenada y respetuosa es algo tremendamente gratificante.

Resuena en el sombrero: “Canción de Ánimas”.- Lombarda (Granada (Andalucía), 2001).

Fotos by Mad Hatter, tomadas ayer en mi minihuerta, en las que se muestra el crecimiento de una lechuga (1: 26 de abril - 2: 19 de mayo), la fructificación de las habas (3) y una joven planta de tomate de la variedad “Corazón de Buey” (4).

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