martes, febrero 19, 2008

El Verderón, la Genciana y la Mariposa





La otra tarde, con ánimo de tomar un poco el aire y ver si había algún pájaro interesante por los alrededores, me asomé a la ventana que da hacia la parte de atrás de la casa, con vistas a una pequeña pradera que los lugareños llaman "El Biercolar". Biércol es como se conoce en la Sierra de Cameros a las matas bajas de brezo (Calluna vulgaris y Erica cinerea) que suelen crecer entre los pastos, a modo de mosaico o almazuela (colcha a base de retales, típica de la decoración doméstica serrana), poniendo una nota de color a los pastos verdes, ocres y dorados, con sus florecillas rosadas, púrpuras y anaranjadas, que exhalan un intenso aroma a miel de brezo.

Recuerdo que, cuando era un crío, la pradera tenía una hierba muy corta y fina (similar al césped de los "green" de golf), sólo interrumpida por los cardos de los bordes y algunas matas de biércol, así como por los grandes pedruscos colocados adrede, dispersos por toda la superficie, aquí y allá, a modo de mesas, en los que los pastores distribuían la sal para el ganado.

Efectivamente, muchas tardes, desde esa misma ventana, había sido testigo de las carreras y peleas de las ovejas para abalanzarse sobre la preciada sal, colocada en las piedras, de regreso a los establos en los que pasarían la noche, entre un estruendo de cencerros y galopes apresurados, a modo de pequeña estampida.

Sin embargo, la antigua "pradera" ahora está cubierta en su mayor parte por zarzas, rosales, endrinos, espinos, lantanas y otros arbustos altos, entre los que ya despuntan algunos pinos y robles. La antaño tupida red de veredas que surcaba el suelo, prácticamente se ha cerrado por completo, al desaparecer gran parte de las pezuñas que las mantenían abiertas.

Junto con el ganado, se fueron también muchos de los pajarillos que frecuentaban la pradera, tales como Collalbas grises (Oenanthe oenanthe), Jilgueros (Carduelis carduelis), Pardillos (Carduelis cannabina) y Verderones serranos (Serinus citrinella, ver dibujo de arriba).

Una pareja de estos raros verderones solía anidar todos los años en una rama baja del pino viejo del jardín. Todavía recuerdo la tremenda ilusión que me produjo descubrir por primera vez su pequeño y compacto nido, perfectamente disimulado entre el follaje, con cinco preciosos huevecillos de color azul cielo moteados de marrón rojizo, guardados en su interior como cinco joyas. Así como lo mucho que se dejaba acercar la madre cuando se encontraba sentada sobre ellos, acurrucada en el nido, desde el que me miraba con cara de resignación, como diciendo "Ya te irás, pesado".

Todo esto sucedía en el amplio valle de El Rasillo (ver 3ª foto), un pueblo del Cameros Nuevo, situado a unos 1.100 metros de altitud, donde el rebollar empieza a dejar paso al pinar de silvestre. Por eso, no dejaba de ser bastante sorprendente el hecho de que los Verderones serranos criasen a esa altitud, ya que es un ave típica del límite superior del arbolado, donde el frío, la nieve y el viento impiden prosperar a los pinos y ya sólo pueden crecer los pastizales de alta montaña, mezclados con biercolares y brezales. Por lo que, la presencia de este bello pajarillo en el límite inferior del pinar se debía, indudablemente, a la actividad ganadera que eliminaba el matorral y mantenía unos pastos y céspedes cortos, similares a los de la alta montaña. Es lo que en la milenaria jerga pastoral se conoce como "majadas".

Ciertamente, Europa lleva siendo habitada por el hombre y pastoreada por sus ganados durante miles de años, por lo que una parte importante de la fauna autóctona no es puramente silvestre, en el sentido estricto de la palabra, sino que, de alguna forma, es el resultado de la convivencia milenaria con los usos tradicionales del ser humano, en paisajes que en gran parte han sido moldeados por nuestra mano.

Un ejemplo de esto es la existencia de una especie de flor a la que está ligada una mariposa, en muchas montañas europeas, incluidas estas de los Cameros. La flor es una bella genciana de color violeta (Gentiana cruciata), que vive en los prados de media montaña, justo en aquellas zonas que sólo son pastoreadas a finales de primavera y a principios de otoño, cuando el ganado, en sus movimientos trashumantes, va subiendo hacia los agostaderos de las cumbres, a primeros de junio, y a la vuelta, cuando bajan hacia el valle, en septiembre.

En las bellas flores de esta planta (ver 2ª foto) pone sus huevos el pequeño Licénido (Maculinea rebeli), una de esas pequeñas maripositas con alas de color azul metálico, que a menudo revolotean alrededor de fuentes y prados. Las larvas se alimentan inicialmente de las flores de la genciana, pero al final de su desarrollo bajan al suelo donde son adoptadas por las hormigas, debido a que las orugas tienen exactamente el mismo olor que las larvas de las hormigas, por lo que éstas las llevan al interior de sus hormigueros, creyendo que se trata de sus propias larvas, donde son cuidadas, alimentadas y defendidas del ataque de sus parásitos. Allí pasan todo el invierno, en forma de crisálida, hasta que en primavera emergen las bellas mariposas, con sus alas plegadas y arrugadas, abriéndose paso por las estrechas galerías del hormiguero, en las que son respetadas por sus hospitalarias amigas, tan temibles y agresivas para cualquier otro insecto que osase irrumpir en su morada.

La conclusión es que la presencia del ganado, si bien a veces impide o dificulta la expansión y regeneración del arbolado, nos obsequia, a cambio, con la belleza de pájaros como el Verderón serrano, flores como la genciana violeta y hermosas mariposas azules como el cielo. Y que la protección a ultranza de la fauna y la flora silvestres, sin tener en cuenta los usos humanos tradicionales, puede resultar incluso contraproducente para la conservación de buena parte de esa misma flora y fauna que se pretende proteger.

Este artículo es un resumen de un manuscrito que redacté en agosto de 1996, ilustrado con el primer dibujo que podéis ver arriba.

Resuena en el sombrero: El canto alegre del Verderón serrano en el borde del pinar. En el vídeo también se ven muy bien el biércol y los pastos de montaña.


13 comentarios:

frikosal dijo...

A menudo hablamos con un compañero de trabajo que lo ve como tu. Yo creo que se llegó a este estado de equilibrio con los pastos que tu tan bien describes después de alterar el bosque inicial. Si se dejara todo sin hacer nada (lo que no es posible), al cabo de un tiempo volvería a ser lo que fue: un robledal, con corzos, ciervos y lobos. Y, dependiendo del clima, más o menos prados abiertos donde los herbívoros salvajes comerían.. y vivirían estas especies que comentas, tal vez en menor cantidad.

Pero es importante tener presente el contexto de cada uno. Mirando desde mi ventana se vería una ciudad gris, con muy poca vegetación. Cerca hay un parque natural donde no vuela ni una sola rapaz (ni milanos ni aguiluchos, nada), por que todas han sucumbido a la enorme presión humana: cada fin de semana decenas de miles de personas invadimos el parque.

Y me maravilla que los zorros, las garduñas y las jinetas puedan todavía reproducirse, pronto será un parque urbano.

Aquí, sin excepción, cuando interviene la administración es para estropearlo más, acaban de ampliar el parking justamente destruyendo un prado.

Y es por esto que yo tiendo a pensar que cualquier intervención humana sobre el medio natural es mala. Se que no debe ser así, pero me cuesta.

Mad Hatter dijo...

La realidad desde hace bastantes siglos en Europa es que no es posible volver a la Naturaleza "primigenia", salvo quizás en zonas muy extensas protegidas de Polonia o en las zonas más despobladas de las tundras del Norte, donde todavía pueden vivir osos, lobos, bisontes, renos, linces, etc.

En España es un auténtico milagro que todavía queden linces, lobos, osos, quebrantahuesos, buitres negros o águilas imperiales.
La ganadería y la agricultura, aunque en declive, todavía constituyen un sector (primario) importante de la economía, por lo que no es posible quitar las vacas y ovejas y poner bisontes y lobos.
Pero con los usos tradicionales y con densidades de población asumibles, lo cierto es que en Europa, después de varios siglos se había llegado a un cierto equilibrio en muchas zonas rurales montañosas.
La realidad en España es que cuando el campo no tiene un valor directo para las gentes que lo habitan o lo poseen (propietarios) termina ardiendo y deteriorándose cada vez más.
En la costa de Cataluña y otras muchas zonas, alguien debería atreverse a decir alguna vez la verdad, casi todos los problemas que salen cada dos por tres en la prensa sobre infraestructuras, transportes, contaminación, inseguridad, sanidad, etc. tienen una causa principal y evidente, lo que hay es un serio problema de SUPERPOBLACIÓN, puro y duro. En muchas zonas de Europa y Asia, sencillamente es que no cabe más gente, hagamos lo que hagamos.

Paco Becerro dijo...

Es tan terrible este proceso de influencia humana en la naturaleza que aturde cuando vuelves a pasar por una ciudad o montaña o río que no visitas hace años y ves el cambio tan horrible que estamos causando.

Estoy cada vez mas con FRIKO, toda acción humana (salvo las de preservación, reforestación y similares) en el medio natural es mala.

Hoy me acordé de vosotros dos al ver el tema de las semillas y sus costes en la prensa...

Mad Hatter dijo...

Lo que sucede es que ya nos hemos olvidado de como vivían nuestros abuelos en el medio rural. Ciertamente, esos usos tradicionales de los que hablo están también en peligro de extinción, lo mismo que el paisano de la boina.
Por cierto, no había dicho que la Gentiana cruciata y la Maculinea rebeli son dos especies muy raras en Cameros, aunque todavía quedan algunas. Y que el ganado ha desaparecido de El Rasillo, donde ya no queda ningún ganadero, no así en el pueblo vecino, Nieva, de donde son las vacas que salen en la foto, tomada en noviembre de 2007.
Lo paradójico es que estos problemas son algo que todo el mundo vemos y que, básicamente, todo el mundo está de acuerdo, pero nadie sabe como frenar este desarrollo claramente insostenible.

Álvaro dijo...

Más o menos ya me he puesto al día con todas las entradas atrasadas. La verdad es que lo tuyo sí que es actividad blogueril, y siempre de calidad. Qué gustazo.

Menos mal que llegué tarde a lo de San Valentín porque ando yo como para estas cosas. Y cuando pensé que había recuperado la esperanza en el amor gracias a Lula (jeje) entro en su blog y me cuenta no sé qué de un cortinero. No levanto cabeza.

Como del tema de la entrada poco puedo añadir por mis escasos conocimientos (a uno, que no le gusta hablar cuando no sabe) solo añadir una frase que se me ha venido a la cabeza mientras leía la entrada. Es de Oscar Wilde y decía " si la naturleza fuera confortable, el hombre nunca hubiera inventado la arquitectura".

Un abrazo

Lula Fortune dijo...

Me encantan estos post tuyos. No tengo nada que decir, solo leerlos y aprender. Gracias Mad por acercarme un poco de ese maravilloso mundo.
(El pajarito me recuerda a mi House)Un beso y prometo hacer le meme un día de estos.

Lula Fortune dijo...

Por alusiones tengo que decir que este Trenti no aprende...
Chico, siempre te vas en el mejor momento y claro, luego raccominciare da capo!
Ese champán debe estar más caliente que un caldo gallego!
Besiños.

Mad Hatter dijo...

¡Oh no! Lula y Trenti, Trenti y Lula, han regresado.
No está mal la frase de Mr. Wilde, pero hay que recordar que de la Naturaleza comemos todos, porque esas vacas de la foto no sólo son un ornamento de los prados, sino que dan una leche y unos chuletones riquísimos.

Álvaro dijo...

Sí, Lula, será que no aprendo... O que soy un romántico de pacotilla....
Nu sé

Mad, naturaleza e historia de amor...¡qué bonita combinación! ¿No?

la rata bastarda dijo...

MAD...me encantan estos post que haces,son estupendos en serio,la verdad es que,como Lula,solo puedo leer y aprender,por que la verdad que en esos temas soy una completa analfabeta...
lo único que puedo decir,es que,si todos decimos que esto no puede seguir asi,que hay que poner remedio...por qué no lo hacemos?
Bicos de la pradera ;)

Mad Hatter dijo...

Veo que has vuelto muy bucólico-pastoril, "Trenti".

Muchas gracias, "Ratiña", tienes que venir a probar el afamado y excelente queso serrano de Cameros.

Lo que sucede es que a todos nos da pena ver como se deteriora la Naturaleza, pero luego la inmensa mayoría quiere seguir creciendo y tener más vías del AVE, más aeropuertos, más autovías, más centros comerciales, más viviendas, más industrias, etc. Pero no nos damos cuenta de que nosotros formamos parte de la Naturaleza, y que al deteriorarla deterioramos nuestra propia naturaleza humana, no sólo a nivel físico, sino incluso a nivel social y espiritual.

Anónimo dijo...

Estoy totalmente de acuerdo en cuanto a lo del ganado, en el Valle del Tiétar algunos intentamos que se deje pastorear al ganado incluso en las zonas quemadas. Está más que demostrado por lo menos en esta zona que zonas quemadas que no se han vedado al pastoreo se han regenerado perfectamente; es más concluyente además como bien dices que cada vez hay menos ganadería extensiva. Eso sí, a tus compañeros de profesión en Ávila ni se te ocurra hablarlos de cabras, que dirán que estás loco. Un saludo. Desde mi ventana todavía puedo ver pajarillos, ya que estoy rodeado de fresnos y dos prados...de momento.

Mad Hatter dijo...

Aquí en La Rioja, sí que se acotan al pastoreo las zonas quemadas, principalmente para evitar quemas para regeneración o expansión del pastizal.
A los ganaderos que lo solicitan se les hacen desbroces con máquina, si la pendiente lo permite y es aceptable ecológicamente.
Todo depende de la carga ganadera y de fitófagos. Aquí es muy difícil que se regeneren terrenos que no estén cercados, ya que entre el ganado y los cérvidos acaban con la inmensa mayoría de las plantas.
Gracias por tu aportación "Melojo" y enhorabuena por el lugar donde vives.